Gestas Libertarias de Quito Ecuador
Tras la noche trágica, al día siguiente, llegaron vecinos de todos los barrios hasta la Casa Real y se posesionaron de las armas y piezas de artillería allí guardadas. La Audiencia tuvo que ceder a las exigencias de los quiteños, y en un plazo de ocho días los españoles solteros abandonaron la ciudad, el historiador González Suárez ha enjuiciado así la importancia de este levantamiento, dentro del cuadro general de la insurgencia americana del tiempo: "Tumultos hubo en Méjico, en la Puebla de los Angeles, en Cuba y en otros puntos así del Perú como de la Nueva España.
En Quito, el pueblo fue más atrevido, clamó contra el mal gobierno, y no faltaron algunos que ya desde entonces trataran de nuestra completa emancipación política de España, siendo cosa muy notable que las primeras ideas de Patria y de gobierno nacional independiente hayan nacido del pueblo de Quito".
EL 10 DE AGOSTO DE 1809
Ya en diciembre de 1808 se denunció al presidente de la Real Audiencia de Quito, Conde Ruiz de Castilla, la existencia de una conspiración que pretendía independizar la Audiencia del gobierno de España. La empresa se cumplió en agosto de 1809. La noche del 9, los conjurados se reunieron en la casa de Manuela Cañizares, situada junto a la catedral, y, luego de constituirse en asamblea, procedieron a organizar una Junta Soberana de gobierno. La tropas acantonadas en la ciudad, ya muy motivadas, plegaron al movimiento. Se notificó al presidente de la Audiencia que había cesado en sus funciones, así como sus nombramientos a los miembros de la Junta Suprema. El 16 de agosto, en cabildo abierto, con vivas y aclamaciones de júbilo, los quiteños ratificaron lo hecho por los próceres.
No fue un pronunciamiento ligero y simplemente emocional el de agosto, que ha merecido a Quito el título de "Luz de América": detrás estaba toda una tradición, el magisterio de Espejo y el pensamiento de hombres como Juan de Dios Morales, demócrata apasionado, formado en las ideas de Rousseau y los enciclopedistas. Y así, aunque se procuró disimular intenciones y alcances, unas y otros fueron radicales y ya el 11 de diciembre de 1811 el Primer Congreso de los Pueblos Libres de la Presidencia de Quito declaraba la soberanía absoluta y el 15 de febrero promulgaba una Constitución.
Quito levantó un ejército de 3.000 hombres para defender su gobierno, pero estas tropas bisoñas y mal equipadas fueron vencidas en el norte y se debió capitular. El Conde Ruiz de Castilla, vuelto al gobierno, se comprometió a conservar la Junta y no tomar represalias. Pero cuando llegó a Quito el batallón Real de Lima -quinientos desalmados al mando de Arredondo- y tropas de Guayaquil y Cuenca, disolvió la Junta y encarceló a los notables del alzamiento, en número de sesenta. Constituido un proceso, el fiscal pidió pena de muerte para cuarenta y seis. El proceso se remitió al virrey de Santa Fe.
Empezaron a correr rumores sombríos y Quito tuvo miedo de la suerte que podían sufrir los presos. Entonces un grupo de valientes, en su mayor parte jóvenes, decidieron asaltar el cuartel Real de Lima y liberarlos. El 2 de agosto de 1810, al toque de arrebato de las campanas de la catedral, cayeron sobre el cuartel. Pero, cuando libraban de sus grillos a los encarcelados, irrumpieron por un orado los soldados de Popayán y consumaron una sangrienta matanza: Juan de Dios Morales, Juan Salinas, Javier Ascázubi, el Presbítero Riofrío, Nicolás Aguilera, Antonio Peña, José Vinueza, Juan Larrea, Manuel Cajías, Mariano Villalobos, Anastasio Olea, Vicente Melo, Manuel Quiroga y otros fueron cobardemente asesinados.
